16 junio 2007

Oposiciones 2007 y los Test.

Comienza el proceso selectivo.

En breves días comenzará un nuevo proceso de selección para todos lo opositores que quieran entrar a formar parte de Cuerpo de Maestros de Cantabria (y la mayoría de España) y este año he tenido el "honor" (como veis entre comillas) de formar parte de un tribunal.
Surgen en estas fechas, de forma reiterada, las típicas discusiones sobre el formato del proceso... que si más peso a la práctica, que si examen leído o no, que si tipo test, etc. Estas discusiones pueden parecer frívolas, pero no hace mucho que yo me encontraba al otro lado de la mesa y sé perfectamente que no lo son.
El tipo test es siempre uno de los debates más arduos. Es cierto que se facilitaría la corrección (más rápida, más fácil de revisar e incluso más objetiva) pero yo siempre he estado en contra de esta postura. Nos guste no, nuestro ámbito de trabajo es demasiado complejo como para medirse con un abcd. Nosotros no trabajamos en una fábrica o revisando sistemas o construyendo edificios... en nuestra labor cotidiana, por suerte o desgracia, no hay respuestas únicas ni ciencia exacta, es cada alumno/a concreto el que nos determinará como actuar y cada grupo/clase la que va a marcar el camino a seguir.
Un examen-test es perfecto para evaluar leyes, fechas, autores y tendencias pedagógicas... pero si el objetivo educativo hacia nuestros alumnos debe abandonar la enseñanza meramente enciclopédica, tampoco debemos determinar la profesionalidad de un docente en función de sus conocimientos memorísticos, para bien o para mal, un Maestro es mucho más.
Es cierto que el peso del aspecto teórico directo en la oposición ha ido reduciéndose (el indirecto no, toda práctica debe sustentarse en una teoría firme, es indudable). Por ello quizá vuelve a la carga el debate del test pero, visto así, yo preferiría eliminar la parte teórica antes de evaluar a través de opciones cerradas.
La única conclusión clara que se puede sacar es que no hay sistema perfecto. Sin embargo, este proceso nos garantizará que los docentes que accedan a la función pública docente son los mejores profesionales en su especialidad, o cuando menos, que han pasado una dura criba que en otras instituciones educativas (a veces incluso sustentadas por fondos públicos) no existe.

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